“Una por terrible al dolor…”, llegia el teu comentari, Teresa, quan parlaves del “patiment com una mena de protecció contra el dolor”, totalment paradoxal, patir per no patir, tant d’acord. Quantes vegades ens quedem anclats en aquest sofriment, on anem revivint situacions passades en el present, parasitats per la por a tornar a experimentar dolor. Si bé és cert, que potser també ens permet trobar-hi sortides més airoses quan assajem noves possibilitats, incorporades a través de la formació, la lectura o la terapia. I podem fer fora aquest “paràsits”. Quan som permeables a deixar entrar al nostre sistema noves maneres de viure, d’interpretar, de vivenciar, de pensar i ho posem en pràctica, assaig-error. Com siguin les nostres fronteres, +/- rígids, +/- permeables ens portaran a uns o altres resultats.
Viure en la presència, en el ser, ens permet aquesta permeablitat amb els sistemes del nostre entorn. Incorporant i deixant anar. Fluint. Aportant i incorporant. Retroalimentant-nos continuament.
La nostra actitud davant la vida… hem patit prou per deixar de patir?
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Ana, totalmente de acuerdo contigo en la sensación que deja la lectura del libro: “la culpa”. Si, podemos dejar de lado la visión “judeo-cristiana” de la culpa y transformarlo en responsabilidad. Aún así liberarnos de ese peso cuando tomamos consciencia de hasta que punto nuestras actuaciones repercuten en el otro de maneras totalmente impredecibles, sembrando dolor, sin pretenderlo, o alegrias. Es fácil atribuirse el mérito cuando son cosas “buenas”. ¿Que ocurre cuando lo que “recibe” el otro es dolor, es “malo” según su interpretación? Nos agenciamos también el “mérito” o lo atribuimos a circunstacias ajenas a nosotros, rechazando esa supuesta responsabilidad por nuestras acciones, llamada culpa.
Asentir a la experiencia. Asentir a la vida. Aceptar interiormente cualquiera de las propuestas que nos trae la vida. Llevarlas dentro, incorporarlas, aceptarlas y desde allí tomar nuestras propias decisiones llevadas por un sentir de paz interior. Sea esta la meta. Ser facilitadores, “entrenadores” como decíamos el mes anterior. Unas veces seremos nosotros, otras nos regalará la vida estas experiencias que nos permitiran crecer y evolucionar (¿álmicamente?). Agradecer. Y permitir, al tiempo, que sea el otro que encuentre el camino que le lleve a la paz interior. Somos seres con distintos niveles de conciencia. A cada uno de nosostros nos tocan quizás cosas distintas. ¿Cuanto dolor somos capaces de soportar para liberarnos de el? Dar y recibir.
Viviendo en un presente estando aquí y ahora. ¿Donde? Como dice Joan Garriga en el libro, al término de algun capítulo: “aquí contigo”
La magia de compartir y crecer juntos. En comunidad. Gracias 🙏🏻🤗